La relación del ser humano con el juego es tan antigua como su propia existencia. La capacidad lúdica es una de las dimensiones del desarrollo humano que nos ha acompañado desde el comienzo de nuestra historia, constituyendo una de las formas de interacción humana más primitiva.
Lo lúdico representa una dimensión de gran importancia para el desarrollo de las capacidades personales, pues nos ayuda al proceso de aprendizaje, estructurando el sistema cognitivo, afectivo y emocional y nos permite crear espacios de libertad que nos capacitan para romper el orden simbólico que rige en nuestro modelo de pensamiento. Los juegos trascienden a todas las edades, pues son practicados desde la infancia hasta la edad adulta, aportándonos alegría, tensión e imaginación.
Las características comunes al juego incluyen la incertidumbre frente al resultado, un lenguaje propio representado a través de unas reglas marcadas con anterioridad a su desarrollo, elementos de ficción que parten de la imaginación, elementos de posibilidad, objetivos y un anhelo de diversión.
Existen referencias a los juegos de azar en todas las culturas conocidas. Las evidencias arqueológicas nos hablan de culturas antiguas que disfrutaban del juego, integrándolo como parte de eventos culturales cuyo ritmo se marcaba por las reglas del mismo. El historiador y filósofo holandés, Johan Huizinga, afirmó que los juegos eran una condición primaria de la generación de culturas humanas; «sin cierto desarrollo de una actitud lúdica, ninguna cultura es posible». Encontramos antiguos juegos como el juego real de Ur en Mesopotamia, el Senet y Perros y chacales en el antiguo Egipto, o el Juego de la Estrella y el Juego de la pelota, en el Imperio Medio.
Uno de los juegos antiguos más populares de los que tenemos constancia, es una versión primitiva del famoso juego de los dados, conocido como El juego de la taba, un juego que ha existido en las civilizaciones griega y romana, y que hoy en día continúa practicándose en algunas zonas del mundo. En el juego de la taba se lanzaban diversos tipos de dados hechos de huesos de animales, comúnmente de las patas traseras del cordero, realizando apuestas con frecuencia. Durante el siglo XX, las tabas gozaron de tal popularidad, que fue necesario cambiar el material del que estaban hechas, utilizando alternativas en plástico o metal.
Desde la mitología griega al cine de Hollywood, el juego de azar ha contado con numerosos espacios de representación dentro de la cultura popular, convirtiéndose en un elemento clave dentro de la cosmovisión de las sociedades contemporáneas. Si pudiésemos enumerar todos los juegos creados por el hombre desde su origen hasta la actualidad, la lista sería interminable. Desde aquel primitivo juego formado con huesos, hasta los vanguardistas juegos online, el sector del juego ha ido evolucionando al ritmo que marcan los cambios culturales y las transformaciones tecnológicas, que se han acelerado en los últimos años.
Actualmente, el juego en España se ha desarrollado de la mano de un sector responsable, que resulta un valor estratégico para la economía y el empleo y que contrituye a la generación del 0,45% del Producto Interior Bruto. Más de 47.000 trabajadores directos y 175.338 indirectos, forman parte de esta antigua historia que nunca ha dejado de avanzar.
La sociedad continua tan conectada a la realidad del juego como en sus orígenes, una realidad que pese las grandes transformaciones, mantiene la misma esencia con la que nació hace miles de años: pasarlo bien, conectar con la imaginación y aprender a afrontar la incertidumbre.